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EL ENANUCO DEL BÍGARO O BIGARISTA

Historia y mitología: Mitología y leyendas

EL ENANUCO DEL BÍGARO O BIGARISTA

EL ENANUCO DEL BÍGARO O BIGARISTA

Origen: Los seres tipo enano son muy socorridos en todo tipo de culturas y las características comunes son un rasgo habitual. En este caso su nombre proviene de su saber hacer con el bígaro (instrumento de viento musical similar a una concha de mar) al que hacen vibrar con cientos de notas diferentes.

Localización: Viven en toperas en el campo o en las toberas o huecos en árboles de los densos bosques cántabros. Suelen verse en las galerías de las minas, lo cual augura presencia de metales o gemas de gran valor, materiales que estos seres suelen elaborar.

Descripción: Son enanos del tamaño de un puño, feos, contrahechos y barbudos, maduros y de arrugado rostro. Sus ojos son azules y chispeantes, pelo bermejo y piernas muy abultadas, sus pies visten unas calzas de color rojo. Se comunican entre ellos mediante un silbido similar al canto del mirlo. Son seres de gran inteligencia, valentía y habilidad y con sabiduría casi divina. Son seres solitarios, aunque se sabe de enanas con las que se casan, son muy longevos pero no inmortales, aunque hay quien cree que consiguen la inmortalidad si consiguen unirse sexualmente con un humano. Son muy buenos consejeros de los hombres y mujeres de la Montaña y es muy difícil ofenderles, ahora bien guardan veneno, maldad y venganza, obrando con gran perversidad a quién consigue enojarlo.

Leyendas y creencias: Se cree que esconden sus tesoros bajo tierra. Su sabiduría también les permite forjar alianza con alguna Anjana de buen entendimiento y juntos discuten largamente sobre cosas referentes a su cultura.

Son seres bondadosos por naturaleza, aunque hay excepciones como la de la leyenda de la colina de Lindalaseras en el valle de Iguña, donde se cuenta habita a orillas de un manantial una enanito de esta especie, que cuando descubre entre el grupo de pastores que apacientan ganado en sus cercanías un zagal y una zagala, entona con su bígaro una maravillosa melodía que les atrae sin darse cuenta, el enano al verlos llegar salta y baila de alegría y con ayuda de sus ojos chispeantes les embelesa hasta que se olvidan de sus quehaceres para con su rebaño, luego saca un canutillo que lleva en el pecho y de su interior extrae un buen trozo de borona y otro de cecina que ofrece a los chicos, estos lo devoran y repiten varias veces, ya que el enano les obsequia constantemente con estos manjares.

Debido al exceso de sal de la cecina los muchachos sienten una gran sed y beben de la fuente, sin saber que antes de su llegada el enanito había contaminado la fuente con una pócima compuesta de gusarapos y escorpiones machacados. Una vez conseguida la ingesta de tan nociva agua, el Enanuco lo celebra con una mueca de burla, varias piruetas en el aire, toca tres notas en el bígaro, lanza un escupitajo por el colmillo y desaparece ya que ha conseguido su objetivo de conseguir que como consecuencia de su consumo los mozuelos sienten un pequeño hormigueo por todo el cuerpo que se incrementa hasta parecer que la sangre les hierve al acercarse el uno al otro descubren que allá donde se tocan dejan de notar tal desagradable sensación, convirtiéndola en placer, suave al principio y mayor con el paso de roces, besos, abrazos que se convierten en apretones, hasta hacerles revolcarse por el suelo y convirtiendo esa pasión en arañazos, mordiscos y violentísimos arrebatos que suelen conllevar la muerte, sobre todo la de la hembra, de ambos jóvenes, pero incluso si alguno consigue salvarse queda muy maltrecha y suele fallecer de ictericia.

Hay un cante típico de las viejas de los pueblos que dice así.

“Cuando los enamorados

Vayáis a Lindalaseras,

Al ver el agua que mana,

Tened cuidado de beberla,

Que allí mora un enanuco

Que de noche la envenena”.

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