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LA LEYENDA DEL PECU AVE

Historia y mitología: Mitología y leyendas

LA LEYENDA DEL PECU AVE

LA LEYENDA DEL PECU AVE

Localización: A orillas del río Saja, en el valle de Cabuérniga.

Descripción y características: Hace mucho tiempo vivía una pareja compuesta por un ruin y ladrón molinero y su mujer zalamera y presumida cómplice de los abusos de su marido, que se hicieron ricos al tener el molino más cercano al pueblo y sangrar a sus convecinos con precios abusivos. Satisfechos traspasaron el negocio y se construyeron una casa señorial a la vera del monte, convirtiéndose en señores y actuando por su riqueza de manera soberbia. En esto que la señora quedó embarazada e ilusionaron un caballero bien plantado, inteligente y digno, pero les salió un engendro bizco, con una oreja mayor que la otra y con nueve dedos en la mano derecha y dos grandes y gordos en la izquierda, para colmo en su frente le sobresalía un  bulto enorme similar a un cuerno con la punta blanca y junto a la nariz una gran verruga con pelos. Su carácter encima era tosco, testarudo y malicioso. Ya de pequeño gustaba de torturar y sacrificar todo tipo de animales, lo cual era aplaudido por sus padres, siéndoles motivo de orgullo.

Sus padres le escolarizaron, pero era zopenco y pendenciero con sus compañeros, por lo que no era estimado por su maestro que solo le consiguió enseñar las letras p y q, pero de bruto que era aún así las confundía, por lo que recibió el apodo de Pecu. Un día en clase de aritmética, repasando las tablas de sumar y multiplicar, uno a uno sus compañeros acertaban la pregunta que el maestro les hacía y llegado el turno del Pecu, le interrogó ¿Cuántas son una más dos?, sin saberlo el Pecu recordó a su padre hacer cálculos con los dedos de su mano y dedujo que una era su mano izquierda y dos la derecha, por lo que mirándose las manos, sumó sus dedos y orgulloso respondió ¡once!, Las carcajadas de sus compañeros inundaron el aula y sintiéndose humillado saltó sobre su esmirriado compañero de pupitre que reía a mandíbula batiente y le empaló con su cuerno contra la pared, matando al niño. El maestro incrédulo intentó intervenir pero arremetió también contra él dejándolo maltrecho y de un salto subió al escritorio del maestro destrozando todo mientras gritaba e insultaba, hasta que agarró el crucifijo de la pared y lo tiró al suelo rompiéndolo, momento en que se oyó un fuerte chasquido que lo convirtió en pájaro, parecido a un gavilán, de cabeza y lomo grisáceos, su pecho y vientre en cambio rayado y su cola ancha con forma de escoba. Asustado graznó su nombre Pecu y escapó volando por la ventana. Cuando sus padres se enteraron se suicidaron ahorcándose y su casa ardió víctima de un rayo.

Leyendas y creencias: Desde su conversión se le escucha repetir incesantemente “pe-cu, pe-cu” por las encinas y abedules de Cantabria. Víctima de tan repetitivo soniquete es el Ojáncano que no duda en usar su honda siempre que le tiene a tiro. Es malo incluso como madre, ya que pone sus huevos en los nidos ajenos para que otros se los críen, sus crías al nacer arrojan los huevos naturales de la especie anidada y siendo adoptados como propios por ellos.

Su maldad atormenta también al hombre, más bien a la mujer, ya que este ave es el que decide cuando se casan, si no decide dejarlas solteras. Al principio de primavera, al regreso del Pecu de lejanísimas tierras, las mozas deben fijarse en un muchacho, salir al monte y buscar algún Pecu sobre la rama de algún árbol, al verle debe fijar su mirada en él y con el fin de saber el número de años que faltan para su boda, decirle con voz suave:

“Pecu, Pecu, Pecu,

colita de escoba:

¿Cuántos años faltan

para la mi boda?.”

Acto seguido la moza cierra los ojos esperando la respuesta del ave, si canta “pe-cu, pe-cu” dos veces faltan dos primaveras para su enlace, cuantos menos cantos dispensa a la moza más feliz es ella ya que anhela esa fecha como nada, la que lo oye siete o mas veces llora desconsolada imaginando su boda con algún viejo viudo en vez de con el mozo al que echó el ojo. Cuando el repetir del canto es superior a diez, quince, veinte años, la moza enloquece viéndose morir solterona, pero sus ascendentes féminas la animan con la excusa de la poca habilidad en aritmética del Pecu, bien conocida por la leyenda narrada y su alta posibilidad de error y le instan a acudir en años siguientes para confirmar tal error, cosa que suele suceder. Este poder sobre las mujeres se le atribuye por su odio hacia las hembras por el mal trato que él acusa recibió de su madre, llegando a odiar su memoria.

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